martes, 3 de junio de 2008
Avenidas con personalidad
¿Quién fue Maripérez? ¿y Baralt? ¿y Lecuna? Todos los días las cruzamos, apretujamos nuestros carros entre sus aceras, las pateamos, las rodamos, las odiamos en las horas pico, las adoramos los domingos, pero sobretodo, las aprovechamos sin saber por qué llevan esos nombres, quién se los puso y por qué. Quienes son esos seres humanos que nos ubican o nos pierden en esta caótica metrópoli.Las avenidas de Caracas y sus calles tienen la virtud —para muchos, la desventaja— de tener personalidad. Nada de Este 13 con Norte 4. Esa frialdad no se la permitieron los primeros caraqueños cuando localizaron las calles por los curiosos nombres de sus esquinas: “de Pinto a Miseria”, “de Gradillas a San Jacinto” y dejaban prendada en las direcciones de aquellas cartas un cúmulo de historias menudas de la ciudad.Cuenta el cronista Enrique Bernardo Núñez en su libro La Ciudad de los Techos Rojos, que en 1766 el obispo Diez Madroñero intentó cambiar la nomenclatura colocando nombres que tenían relación con la vida de Cristo: Encarnación del hijo de Dios, Del nacimiento del niño de Dios, Del dulce nombre de Jesús... De esos sólo sobrevivió el de la calle de La Amargura, que queda en Antímano.Después de la Independencia, en 1811, la municipalidad de Caracas, inspirada en la Revolución Francesa, intentó ponerle denominaciones a las vías más triunfalistas, acorde con los nuevos tiempos: calle El Comercio, Primavera, Leyes Patria, Ricaurte, Verde, Triunfo, Ciencias, Fertilidad, Unión, Agricultura... Pero la gente siguió imponiendo la tradición y las llamaba con sus antiguos nombres.De Norte a SurOtro intento por variar la toponimia surgió en 1876, cuando el cronista Arístides Rojas y Cesáreo Rojas propusieron un plan para hacer una nomenclatura oficial que acabara con la mala costumbre, decían ellos, provinciana, de llamar a una calle “de La Pelota a La Marrón”.La recomendación fue aprobada y ese año firmaron un contrato con la Gobernación de Caracas, en el que se les autorizó a dividir la ciudad de entonces en forma de cruz, siendo el eje la torre de la catedral de Caracas. Fue así como se identificaron las calles aledañas a la plaza Bolívar de acuerdo con la posición en la que se encontraban con respecto a los puntos cardinales que establecía el monumento: avenida Norte 2, avenida Este 7, Oeste 11. De esa iniciativa, hoy sobreviven algunos nombres, pero las Sur son las más conocidas. “Esa fue la primera vez que se les llamó avenidas”, apunta el cronista de Caracas, Guillermo Durand.A partir de la transformación de la capital en la década de los cincuenta, las avenidas empezaron a tomar cuerpo. “En el casco de la ciudad se realizaron innumerables ensanches de calzadas y aceras por retiros de inmuebles, y la mayoría de sus calles fueron cubiertas con capas de asfalto. Millares de inmuebles fueron adquiridos y demolidos total o parcialmente durante el período comprendido entre el año 1951 y 1957”, escribió Guillermo Pacanins en el libro Siete años en la Gobernación del Distrito Federal.Ya en los años sesenta, los nombres de personajes del siglo XIX comenzaron a incorporarse a la ciudad y a sustituir, en la mayoría de los casos, la fría nomenclatura de los puntos cardinales. A la Norte-Sur se le dio el nombre de Rafael María Baralt, en 1961, en honor al escritor e historiador zuliano (1810-1860). A la Este-Oeste 4, el de Universidad (1959), porque allí quedaba la sede de la Universidad Central de Venezuela en lo que hoy se conoce como el Palacio de las Academias. La Este-Oeste 1 pasó a denominarse Urdaneta en 1953, por el zuliano prócer de la independencia (1788-1845).Ya para entonces existían las avenidas O’Higgins (1938), Abraham Lincoln (1942), Andrés Bello (1949), José Antonio Mohedano (1945), Roosevelt (1946), Nueva Granada ((1949), La Salle (1952), La Morán (1954), Fuerzas Armadas (1956), Páez (1956) y la Isaías Medina Angarita. Posteriores fueron la avenida Colón (1962), la Francisco Fajardo (1969), la Vicente Lecuna (1970), la Boyacá (1970) y la José María Vargas (1971).Una historia por detrásNombres y más nombres que a las nuevas generaciones de caraqueños dicen poco. Es muy probable que quienes suelen cruzar La Castellana por la Mohedano no sepan que José Antonio Mohedano, el padre Mohedano, fue el primer párroco de Chacao. Igual debe ocurrir con los que a diario atraviesan la congestionada avenida Lecuna. El caraqueño que prestó su nombre a la vía fue ingeniero, banquero, educador e historiador, pero sobre todo fue quien conservó el archivo de Simón Bolívar, promovió la reconstrucción de su Casa Natal y editó la documentación del Libertador.Los capitalinos nunca se acostumbraron a llamar César Augusto Sandino —el mártir nicaraguense— a la avenida principal de Maripérez, denominada así en 1959. Aunque el diminutivo de la criolla María Pérez no les decía mucho, se impuso su nombre y su historia: la anciana caritativa que vivía en Caracas cuando ocurrió el terremoto de 1641, y que era poseedora de considerables bienes de fortuna, entre ellos, la encomienda de la zona donde hoy queda Maripérez, se encargó de ayudar a mucha gente.Igual ocurrió con la avenida Victoria, llamada así a raíz del triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Una vez derrocado el dictador Marcos Pérez Jiménez, en 1958, trataron de cambiarle el nombre por el de Isaías Medina Angarita, pero la tradición volvió a ganar una. El caso se repitió con la Cota Mil, oficialmente llamada avenida Boyacá, y la Cota 905, avenida Guzmán Blanco, que une a Santa Rosalía con El Paraíso y La Vega.De Francisco Solano López, poco se sabe: que fue presidente de Paraguay en el siglo XIX, pero no existe la certeza de por qué le pusieron su nombre a la hoy concurrida avenida de la parroquia El Recreo. Tampoco está confirmado el origen del nombre de la avenida Casanova. La única relación cercana que existe es que Manuel Vicente Casanova fue uno de los dueños, junto con los Ibarra, de la hacienda San Diego, antiguo nombre de la hacienda Ibarra, comprada en 1943 por Medina Angarita para construir allí la Ciudad Universitaria.Así, el relato puede seguir, hasta el infinito, sobre los personajes que honran el mapa de Caracas. La ciudad tiene un pasado riquísimo desconocido por sus habitantes. Está llena de personajes y fantasmas por todas partes. Cuando esté en una de esas obstinadas colas de vehículos, a las 6:00 pm, llame a un amigo y pregúntele quién fue el Morán que ahora une a La Quebradita con el 23 de Enero o el Luis Roche que cruza de arriba a abajo Altamira, y constatará cuán ignorantes somos de la historia de nuestra ciudad.
Mascioli Garcia
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