"No es el dolor físico el que me detiene, ni las cadenas en mi cuello lo que me atormenta, sino la agonía mental, la maldad del malo y la indiferencia del bueno "
Coronel Luis Mendieta desde la selva colombiana
Esta frase del Coronel Mendieta, secuestrado por el grupo terrorista FARC desde hace más de 9 años, es una bofetada, no al malo que no tiene cara, sino al indiferente que se mantiene impasible mientras la maldad hace de las suyas, impunemente, y con el abuso de los recursos que corresponden al pueblo venezolano. Mahatma Gandhi, el gran promotor de la no violencia, ya lo había dicho en otras palabras: "Más que los actos de los malos, me horroriza la indiferencia de los buenos". Él fue más allá al acotar: "Prefiero la violencia a la indiferencia". El violento al menos hace algo que traerá consecuencias en el futuro. El indiferente deja el futuro en manos del malo. ¿Cómo ser indiferente ante los testimonios de los secuestrados por los terroristas colombianos?. ¿Cómo ser indiferente ante un gobernante que propone quitarles a estos malvados el calificativo de terroristas y que usa el dolor de los secuestrados para promover su imagen?. ¿Cómo ser indiferente ante el secuestro de los presos políticos, violando las leyes venezolanas y los principios humanitarios?. ¿Cómo ser indiferente ante una Ley de Amnistía que sólo olvida lo que le conviene a su promotor?. ¿Cómo ser indiferente ante jueces cuya interpretación de la ley se origina de las arengas dominicales?. ¿Cómo ser indiferente ante un gobernante que se deslinda de los grandes problemas del soberano y califica de "problemas menudos del pueblo" a la inseguridad, al desabastecimiento y a la situación carcelaria, entre otros? ¿Puede ser indiferente el que ha tenido el "problema menudo" de enterrar a un ser querido por culpa del hampa o de la política, de ver a sus hijos pasar hambre o de tener a un familiar preso?. ¿Cómo ser indiferente ante un régimen que condona deudas a otros países, que cambia nuestras riquezas por apoyos políticos, que resuelve los problemas más allá de nuestras fronteras, mientras los venezolanos más necesitados sufren tantas y tantas carencias?. ¿Cómo ser indiferente ante un régimen que ahorca a la empresa privada mientras deja sin trabajo a miles y miles de venezolanos, pasando por encima de su derecho al trabajo y de sus derechos humanos?. ¿Cómo ser indiferente ante una Fuerza Armada que sale presurosa a cumplir las órdenes dominicales aún antes de que sean publicadas en la Gaceta Oficial, en lugar de ocuparse de preservar nuestra soberanía en las fronteras, evitar los secuestros y combatir el narcotráfico internacional que pasa por Venezuela?. No podemos seguir siendo indiferentes. Tenemos que usar los métodos democráticos, los métodos no violentos que han dado tan buen resultado en otras latitudes, para encaminar la patria a la democracia, a la paz, a la libertad, a la verdadera solidaridad. Los venezolanos debemos movilizarnos. Los líderes políticos y sobre todo los líderes estudiantiles, creadores y dueños del futuro, deben guiarnos en esta lucha democrática y no violenta. Pero ante todo, cada venezolano tiene la obligación de hacer lo que esté en sus manos, no importa cuan poco sea, pero hacerlo con pasión. Nuestro mayor enemigo es la indiferencia. Recuerdo, para terminar, la ocasión en que una señora amiga me decía: " Gustavo, no sé en que puedo colaborar, porque lo único que yo sé hacer es rezar". Mi respuesta automática fue: "Si es lo único que puedes hacer, entonces reza con toda la pasión de la que seas capaz ".
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