Un guerrero de la luz no cuenta solamente con sus fuerzas; usa también la energía de su adversario. Al iniciar el combate, todo lo que él posee es su entusiasmo y los golpes que aprendió mientras se entrenaba. A medida que la lucha avanza, descubre que el entusiasmo y el entrenamiento no son suficientes para vencer: se necesita experiencia. Entonces él abre su corazón al Universo, y pide inspiración a Dios, de modo que cada golpe al enemigo sea también una lección de defensa para él. Los compañeros comentan: "¡Que supersticioso es!, paró la lucha para rezar, y respeta los trucos de su adversario". El guerrero no responde a estas provocaciones. Sabe que, sin inspiración ni experiencia, ningún entrenamiento da resultado.
(Manual del Guerrero de la Luz-P. Coelho).
La Felicidad está en el corazón... no en las circunstancias.
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